En 1772, un astrónomo prusiano llamado Johann Daniel Tietz, más conocido como Titius, observó que la distancia entre el Sol y cada uno de los planetas no parecía fortuita, sino que seguía una regla.
Seis años después otro astrónomo, el berlinés Bode, basándose en lo propuesto por Titius enunció la regla de Titius-Bode.
Si partimos del número 3 y se forma una sucesión de números tales que cada uno es el doble del anterior (3, 6, 12, 24, 48, 96, 192, 384), añadimos a este conjunto el cero (0, 3, 6, 12, 24, 48, 96, 192, 384), a cada elemento le sumamos 4 (4, 7, 10, 16, 28, 52, 100, 196, 388).
Si se toma el 10 como la distancia que existe entre la Tierra y el Sol, los demás números coinciden muy aproximadamente con la distancia que separa al Sol de cada uno de los demás planetas.
Los datos se reflejan en la siguiente tabla:
Pero había un fallo: faltaba un planeta: el que correspondía con la distancia 28.
Cuando en 1781, Herschel descubre Urano a la distancia apróximada que había predicho la Ley de Bode, algunos astrónomos entusiasmados volvieron a buscar al planeta que se debía de encontrar entre Marte y Júpiter.
La noche del 1 de enero de 1801, Piazzi descubrió un pequeño astro de 1003 km de diámetro al que llamó Ceres y cuya distancia se ajustaba a la Ley de Bode.
Posteriormente se encuentran en regiones próximas a Ceres muchos más cuerpos celestes, lo que hoy día se conoce como el cinturón de asteroides. El promedio de distancia es precisamente 28.
Con ello parecía que la Ley de Bode era plenamente válida, aunque posteriormente, cuando se descubrieron Neptuno y Plutón, las distancias de estos no se ajustaban a la misma. El motivo por el que se ajusta para los primeros planetas y no los dos últimos no se ha podido explicar.
En todo caso la existencia del cinturón de asteroides en el lugar preciso en el que debiera haber un planeta disparó las teorías acerca de la posible existencia y posterior destrucción de un antiguo planeta en ese lugar, que algunos astrónomos han llamado Faetón.
Según diversas teorías es muy probable que la destrucción de Faetón ha podido ser el origen de los anillos y algunos de los satélites de Saturno, de Júpiter, los dos satélites de Marte e incluso el mismo Plutón y Venus podrían ser parte de Faetón.
Estos dos planetas (Plutón y Venus) presentan ciertas anomalías que han originado diversas teorías acerca de su origen algo especial. Así Plutón es el único planeta que gira en un plano diferente al de los demás planetas con una velocidad de rotación muy elevada. Por su parte, Venus gira en el sentido de las agujas del reloj, al contrario que los demás planetas.
Ahí queda Faetón como atractiva hipótesis para explicar diversas anomalías que se producen en nuestro sistema solar.
Fuente:
Revista Muy Interesante nº 42
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Revista Muy Interesante nº 42
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